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A LOS FIFÍS NO LES VA A GUSTAR.

En Contexto | Federico Díaz de León.

Hace 3 años en una cena que organizó el gobernador Martín Orozco Sandoval en Casa de Gobierno con motivo de las fiestas navideñas, a la que fueron invitados representantes de los medios de comunicación, el tema obligado a comentar era el proceso electoral de 2018 que estaba a la vuelta de la esquina y la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, una vez más a la Presidencia de la República.

Sostuve que era perceptible un cambio en el stablishment, un término amplio para referirse desde la élite dominante en el poder, hasta para quienes guardan simpatías y lealtad, hubo quienes no estuvieron de acuerdo, creo que, por sus expresiones ninguno de quienes compartían la mesa lo creyó.

Su argumento era que difícilmente Andrés Manuel López Obrador podría ganar, porque no contaba con la estructura partidista y porque a todos sus conocidos, a quienes preguntaban por quien habrían de votar, nadie hablaba de darle su voto al candidato de Morena y las encuestas no reflejaban la realidad.

Aún así insistí en que el fenómeno electoral no era similar a los que habíamos visto con anterioridad, no era siquiera igual al imaginario colectivo que llevó a la alternancia en el año 2000 y es que, aunque muchos mexicanos no aceptaran abiertamente que darían su voto a Andrés Manuel López Obrador, en la secrecía de las urnas podrían guardar una sorpresa que lo hiciera ganador.

Aquella experiencia me dio una lección; el que a veces no podemos o no queremos leer los mensajes que manda la sociedad, nos cegamos, nos cerramos, empecinamos y nos creemos dueños de la verdad.

La única verdad es que, cada uno somos dueños de nuestra propia verdad y eso significa que el mundo puede pensar lo que quiera, pero cada uno tenemos el derecho de pensar, aunque haya quienes siguen cegados, cerrados, empecinados y se sienten poseedores de la verdad.

Cada que recibo un mensaje, un meme, un emoji, a favor o en contra del presidente me causa hilaridad, se me hace por demás pazguato, por decirlo con moderación, crean que todos nos podemos influenciar con su opinión.

Y peor aún me parece insensato que haya quienes defienden a los expresidentes para descalificar al gobierno actual. Quién puede encontrar consuelo justificando a los corruptos, a quienes traicionaron la confianza de la sociedad, a quienes hicieron traición a la patria.

Al presidente Andrés Manuel López Obrador no sólo la historia lo va a juzgar, desde ahora estamos obligados, sí, obligados a cuestionar, exigir, a demandar que le cumpla a México y tenemos el derecho a disentir, calificar, a opinar.

Andrés Manuel López Obrador tendrá que responder por sus propias fallas, por cada incumplimiento de sus promesas, por cada acto de corrupción en su administración y ni un meme, ni un emojji lo harán más inocente o más culpable.

El pueblo sabio de México lo entiende perfectamente, los resultados de las encuestas aplicadas a la sociedad entre octubre y noviembre reflejan el mensaje que manda la sociedad:

Los renglones que obtuvieron la peor calificación, son los feminicidios con el 55 por ciento de la población que lo califica de mal a muy mal, la seguridad pública con el 54 por ciento, el empleo con el 51 por ciento, la economía con el 49 por ciento de desaprobación y la opinión de la población a cerca de la capacidad del gobierno para dar resultados bajó del 39 al 37 por ciento.

En contraste, los mexicanos evaluaron mejor el desempeño en temas como educación, corrupción y salud; la imagen de honestidad del presidente subió de 54 a 60 por ciento y la aprobación al gobierno de Andrés Manuel López Obrador subió del 59 al 64 por ciento y eso a los fifís no les va a gustar.