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ALGO PASA EN LA CALLE.

"La Miseria Humana"

Por Mario Mora Legaspi.

Hemos estado tratando de enviar el mensaje sobre la organización que debemos tener como sociedad; como parte del colectivo. Ayer, platicando con unos compañeros de trabajo, reporteros por naturaleza y por profesión, tocamos un tema que tiene que ver con ello: la miseria humana, permeada en todos los estratos y niveles sociales. Empecemos con la definición, "miseria” es un vocablo de origen latino que significa desgracia o infortunio.

Es aplicable el término a la extrema pobreza, que otorga a quien la padece la calidad de miserable, que también se le atribuye a quien teniendo los recursos necesarios para llevar una vida digna, no los gasta viviendo en condiciones degradantes. También se aplica a la carencia absoluta de otras cosas, distintas a los medios económicos, como cuando se dice eso es parte de la miseria humana, alegando falta de valores como la falta de afectos, de generosidad, o de caridad de alguien.

Nótese, hoy no quiero tratar sobre la miserabilidad económica de algunas personas, no, ese no es el fin de esta reflexión, quiero abordar el tema de la miseria, desde el aspecto sociológico-conductual; en otras palabras, la teoría de que 'no importa a quien tengas que aplastar, tú tienes que llegar a tu objetivo; o 'el fin justifica los medios'; una más, 'el que no transa no avanza' y esta última que se comentó en la reunión, 'de que lloren en mi casa, mejor que lloren en la tuya’.

Si bien es cierto que la miseria material es indigna a la condición humana, y es función del Estado tratar de que sus habitantes vivan en condiciones que los alejen de ella, procurándoles educación y trabajo, dos herramientas fundamentales para combatir este flagelo, que tiende a repetirse en forma generacional, ya que de padres que viven en una pobreza extrema nacerán niños que no podrán concurrir a colegios y no estarán preparados para salir de esa situación marginal en la que se hallan insertos como rehenes del sistema, ya que sin educación no podrán conseguir empleos que les proporcionen una mejor calidad de vida.

Se habla de miseria para referirse, además, a cosas, y no al ser humano. Así decimos, por ejemplo, que el salario que percibimos es una miseria, o que el almuerzo que nos sirvieron por su poca cantidad y calidad resulta miserable.

Lamentablemente este tipo de miseria la hemos dejado crecer en nuestro medio, siendo copartícipes de las actividades de corrupción que los gobiernos han hecho, con este tipo de miseria. Vámonos más allá, vamos a ver cómo la miseria del hombre denigra la misma vida, es entre otras cosas porque no puede dejar indiferente la mirada que se plantea sobre ella. La miseria generalizada, perturba la conciencia, es una vergüenza.

Vergüenza para el que lo sufre, vergüenza para el que lo observa sin nada hacer. Pero el desorden y la vergüenza son las pruebas que la miseria está contra naturaleza. La miseria es un estado de contra naturaleza para el hombre. Y contrariamente a esto que se dice a menudo, la conciencia se perturba porque observa lo que no desea ver. Por eso, la palabra exactamente para calificar la miseria es decir que no es una realidad; que es ausencia de realidad, estado de no eficiencia de lo que es verdadera realidad.

Que el mundo viva en la miseria es la señal, la prueba que el mundo vive en la ilusión de una realidad que no lo es. El mundo designa por la palabra realidad, lo que no es, lo que sólo es para decir que él ya no hay eficiencia. Aquí, la culpa del hombre es querer, puede ser sin el conocimiento, fabricar, crear una realidad que no puede al final soportar. Pero todo eso no es gratuito.

La miseria no se limita pues a la privación de pan que alimenta. Será también esta sed exacerbada de la libertad. Es pues miserable, la que al observarse, sólo ve la libertad que no tiene; aquél que no sabe ver en su próximo, él aunque está para él; resumidamente, el que no sabe apreciar el bien. Está la incapacidad bien de apreciar el bien que fue la levadura en la fundación de sistemas económicos en que el hombre perdió la imagen que debe ser de sí mismo. 

Hoy, se lucha aún para tener dignidad, se lucha para tener un mínimo de bienestar y felicidad; se lucha para poder sobrevivir en una sociedad corrompida en todos los aspectos, donde se aplaude al más sagaz, al más mentiroso, al más ladrón, al estafador. En este medio ambiente de miseria, sólo tienen cabida los que son fríos, calculadores y sin un dejo de moralidad. Nos ha infectado la indiferencia, nos estamos volviendo inhumanos, insensibles; ya nos parece 'normal' que asesinen a jóvenes, que se trafique con droga, que el político sea un corrupto, que exista inseguridad; todo es parte de la 'normalidad', decimos.